A Lanzada y el campo de golf de A Toxa también han sido ya comprados
El metaverso es el nuevo mantra que han adoptado los gurús de internet. Un mundo virtual, que todavía está prácticamente naciendo, pero donde las grandes compañías han comenzado a invertir millones de dólares. Las grandes compañías y pequeños inversores, que no quieren quedarse atrás y que ven en esta novedad una gran oportunidad de inversión.
Nextearth es una de las plataformas punteras en el metaverso. Una suerte de inmobiliaria virtual, con su propia criptomoneda, y donde Arousa, como el resto del planeta, ya está a la venta. De hecho, hay lugares emblemáticos de la comarca que ya tienen propietario en el metaverso. El islote de Areoso es uno de los que ya ha encontrado comprador. Un usuario denominado tu invirtió en él algo más de 40 euros hace tres meses y su valor se ha doblado y está ya en 95,42 euros. No es esta la única parcela que ha encontrado comprador. Otro lugar que también ha sido ya adquirido es el club de golf de A Toxa. En este caso, el usuario Sneayer pagó algo más de 15 euros por la parcela hace apenas 23 días, y su valor ha subido ya hasta algo más de 19 €.
Cambados es el concello de la comarca en el que más se han fijado hasta ahora los usuarios de Nextearth. Allí tiene ya propietario la praza de Fefiñans, que adquirió Lustineyes por trece euros y su valor está ya en 40,21 euros. El Muíño da Seca, la Torre de San Sadurniño e incluso el centro salud han encontrado ya comprador.
Nextearth es una de las opciones, y de las de mayor éxito, para invertir en la nueva tecnología
Nextearth es, básicamente, una réplica de la Tierra. Una especie de inmobiliaria gigante en la que cualquiera pude comprar sus parcelas a un precio de alrededor de un euro por cien metros cuadrados, lo que denominan NFT. El usuario puede explorar cualquier lugar del mundo o simplemente decidir a dónde quiera que le dirija el buscador escribiendo el nombre del lugar que quiere comprobar si todavía está libre de compradores, o no y hacerle una oferta de compra al propietario en cuestión. Después de conectar su billetera, puede comprar cualquier parcela disponible. Para comprar terrenos en Nextearth, se necesita MATIC, el token nativo de Polygon. Una vez que se compra un terreno, se agregará a la billetera y será suyo para siempre, hasta que desee revenderlo en el mercado de NFT. Hay ejemplos, sobre todo con lugares destacados, que demuestran que ya hay quien está empezando a ganar mucho dinero con un negocio que está creciendo a toda velocidad. Así, la compra del Arco de Triunfo le costó alrededor de cien dólares al comprador inicial, que posteriormente la volvió a vender en el mercado de NFT por 3.400 dólares. Porque, por el momento, la principal atracción que ofrece Next Earth es la de la especulación. Eso sí, la Alhambra o el parque del Retiro ya tienen sus propietarios, que han visto como el precio de sus NFT han comenzado a crecer de manera notable. En Arousa todavía hay muchas zonas libres para que cualquiera se pueda aventurar. Otros lugares cercanos, como el Castro de Baroña ha pasado en poco más de un mes de estar en 22,44 euros a valer ahora unos tres mil quinientos.
¿Por qué esa fiebre por algo que todavía es una utopía? La publicidad es la clave
Invertir en algo que es poco más que una página web y que no ofrece ninguna garantía de negocio más allá de lo que digan algunos gurús de los nuevos tiempos que nos quedan por venir pude parecer una locura. ¿Qué rendimiento se le puede sacar a algo que todavía es una utopía? La publicidad es la clave. Muchas voces apuntan que el metaverso será el universo en el que todos interactuaremos dentro de unos años. Un Facebook a lo bestia, para definirlo gráficamente y que se pueda entender. Y, como sucede con la red global de Mark Zuckerberg la publicidad es la clave.
Todos aquellos que están comprando compulsivamente sus parcelas en Nextearth no lo hacen con la esperanza de que su precio se revalorice en un período corto de tiempo, que también ayuda, sino para que cuando un alto porcentaje de la población mundial utilice el metaverso como ocio, las grandes compañías les paguen por poner publicidad en sus terrenos. Es decir, como los carteles publicitarios de toda la vida que están a la vera de las carreteras, pero personalizados. De tal forma que, por ejemplo, si un estadounidense decide darse un garbeo por la playa de A Lanzada con sus gafas de realidad virtual, le aparezca el anuncio de su marca de coches favorita, y si un arousano quiere darse un garbeo por la muralla china le salga anunciada en ella la actuación musical del siguiente fin de semana en el auditorio de Vilagarcía.
Sí, es toda una utopía, pero que el mundo de la realidad virtual es algo que se nos va a aparecer de súbito es una realidad que será ya casi inminente y que aquellos locos que invirtieron hace no tantos años en Bitcoin se han hecho si no millonarios, casi, es otro hecho irrefutable.